El dorado, que brilla en los pétalos, refleja nuestra luz interior, nuestro poder creativo capaz de transformarse. Los espejos, mostrando múltiples facetas, enfatizan que somos un flujo en constante cambio, capaz de elegir cualquier manifestación que se alinee con nuestra intención interna. El mundo exterior es simplemente un reflejo de nuestros estados internos. Conciencia de que el mundo cambia de acuerdo con nuestras elecciones.