Este es un baile que se despliega en el momento presente, donde los pétalos son energía y las líneas reflejan un camino único. El dorado, como luz congelada, enfatiza la belleza efímera, recordándonos la eternidad que vive en cada instante. En la interacción de formas y reflejos se revela la ilusión de almas separadas. Los espejos, que brillan en los pétalos, difuminan los límites y muestran que cada uno de nosotros es solo una faceta del todo. Nosotros, como los pétalos de esta flor, podemos parecer separados, pero nos nutrimos de la misma fuente danzando con el universo. En esta danza del «aquí y ahora» solo existe el presente, donde todas las divisiones se disuelven y se revela la unidad. Esta flor invita a sentir esa plenitud y a mirar dentro de ti, donde no hay límites, solo el flujo infinito de la vida.